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Foto del escritorFelipe Mardones

¿Cuándo detendremos la destrucción de la naturaleza?

¿Qué tan fácil es hoy en día caminar al atardecer por una playa, y estar con el mar, con la brisa, con la arena y el sonido de las olas, libre de comercio, de urbanización, de turismo y de basura? ¿Qué tan fácil lo era hace 30 años? ¿Qué tan fácil lo será en 10 años más?

¿Qué tan fácil es hoy en día caminar por la montaña con mis hijos, encontrar una vertiente de agua cristalina, tan transparante que las piedras bajo ella se ven maravillosamente nítidas, y darles de beber esa agua fresca a mis niños? ¿Qué tan fácil lo era hace 30 años? ¿Qué tan fácil lo será en 10 años más?

¿Qué oportunidad de sobrevivencia tiene una especie como el Jaguar, cuando su hábitat es destruído y transformado al uso agro-industrial a gran velocidad? No son sólo grandes empresarios los que buscan el desarrollo económico, también la gente más pobre busca legítimamente salir adelante en lo económico, por ejemplo talando una hectárea de selva más para destinarla a la ganadería. Esa presión económica por progresar (para algunos), o por subsistir (para otros), ¿qué tan intensa era hace 30 años? ¿Qué tan intensa será en 10 años más?

Evidentemente, la presión por transformar lo poco que queda en actividades comerciales va en aumento exponencial. ¿Creen que se dentendrá con mejores leyes? ¿Con mejores políticos y empresarios? ¿Con mejores tecnologías?


El razonamiento intelectual serio, honesto y bien intencionado puede conducir a decisiones y acciones que son destructivas. Ser riguroso, tener integridad ética y buenas intenciones no garantiza un uso saludable de la mente humana.
Aún con la mejor de las intenciones y con una preocupación honesta por el bienestar de toda la vida, es posible razonar y concluir que es aceptable destruir un poco más la naturaleza con tal de promover el desarrollo económico.

El pensamiento convencional es que el progreso económico es lo que va a resolver nuestros problemas económicos. Es difícil encontrar en el "mainstream" (el mundo convencional) alguien que cuestione que el crecimiento económico sea deseable, y que usar la naturaleza con este fin es razonable. Nunca he escuchado a un candidato político hacerlo, por ejemplo.

Quizás muchos de mis lectores aquí quisieran que con la fuerza de la razón convenzamos de su error a quienes piensan así. El problema es que esto no es posible: ¡¡ellos tienen toda la razón!! No es falta de inteligencia lo que les hace pensar así, ni tampoco, en el fondo, es el problema una falta de honestidad o de ética. Posiblemente, muchos lectores se molestarán al leer esto, seguramente algunos pensarán que es inaceptable que yo diga esto. Tan acostumbrados estamos a la narrativa de "los buenos contra los malos". Tan dura e intolerable nuestra realidad actual, el curso autodestructivo de nuestra civilización, que nuestra muy legítima respuesta es la indignación.

La narrativa de "ellos", los ambiciosos, los políticos corruptos, la élite que abusa de nosotros, todo eso, está trillada. Sencillamente ya no es útil, aunque sea cierta. "¡SUPERAMIGOS, A LUCHAR POR LA JUSTICIA!", decían esos dibujos animados que yo veía cuando niño (en realidad está plagado de películas con la misma narrativa, un claro reflejo de nuestro interior). No hace mucho me dí cuenta lo absurdo, y toda la energía que yo desperdiciaba "luchando por la justicia", y lo poco y nada que lograba. Allí, en ese darse cuenta, empieza a aparecer otra inteligencia, otra justicia, que no es la que uno espera.

Yo ofrezco una invitación a cambiar de narrativa. La narrativa de la Separación, donde unos somos “buenos” y otros son los “malos”, es precisamente la narrativa de la cultura actual, donde desde niño uno es premiado por portarse “bien” y castigado por portarse “mal”. Por mucho que la intención sea cambiar el sistema, si lo hacemos desde su misma narrativa, no hacemos más que fortalecer el status quo, fortalecer la narrativa actual.

Si organizamos una protesta donde nuestro discurso es en contra de una gran empresa y el gobierno que la apoya, pues evidentemente aquellos otros son invitados a participar en el evento como adversarios. Eso harán, serán adversarios, los policías reprimirán, y la empresa fortalecerá su discurso a su favor, en lugar de revisarlo. Si bien es cierto que algunas hermosas batallas se han ganado por la vía de la solidaridad del pueblo unido, el estado actual de las cosas habla por si solo: abundan las batallas donde nadie en realidad gana, todos pierden y lo que es peor el status quo no solo se mantiene sino que se intensifica. (A propósito, ¿puede acaso existir una batalla donde alguien pierda y alguien realmente gane?). ¿Qué pasaría si el activismo hiciera una invitación diferente, nacida desde el reconocer que todos son parte de nuestro ser, que nadie está en realidad separado?

Usando exclusivamente inteligencia masculina, por cierto que es muy posible argumentar con seriedad y honestidad que un poco más de destrucción de la naturaleza es deseable con tal de promover el progreso económico. Conozco economistas que piensan así, son serios y buenas personas, preocupados por el medio ambiente, preocupados por las futuras generaciones, por la pobreza, por la desigualdad. Gente como ellos están cansados que los acusen ignorantemente de falta de inteligencia o de falta de ética.


"No se puede desmantelar el sistema usando las mismas herramientas del sistema", no se puede desmantelar el sistema económico actual usando como medio la fuerza de la razón.


 

Un Proyecto de Central Hidroeléctrica


Los invito a considerar como ejemplo el caso hipotético de un proyecto de central hidroeléctrica, que se planea construir en un río ubicado en un bosque nativo virgen. De manera de demostrar el punto de mi argumento, supongamos que todos los actores en este ejemplo son honestos y bien intencionados, y que se usa exclusivamente la inteligencia lógica masculina para argumentar y tomar decisiones.

Los activistas ambientalistas quieren detener el proyecto. Para defender su postura, presentan argumentos racionales apoyados por evidencia científica. Aquellos que proponen el proyecto hacen lo mismo, usan argumentos racionales y ciencia para basar su postura. (En el post LA RAZÓN HUMANA argumenté que el intelecto puede usarse seriamente para defender cualquier postura que uno se proponga). El argumento esencial entre los proponentes del proyecto es que "nuestras ciudades están creciendo y la población necesita electricidad; tenemos que producirla de una u otra manera. Este proyecto produciría una gran cantidad de electricidad para una gran población, al más bajo costo entre todas las alternativas, con un impacto ambiental relativamente limitado".

Los activistas ambientales disputan que los costos ambientales del proyecto son en realidad altos. Argumentan que un ecosistema único será destruido y que una serie de especies serán afectadas por la pérdida de hábitat.

Una autoridad de gobierno debe tomar una decisión imparcial, comparando las ventajas con las desventajas, buscando el mayor beneficio posible para toda la sociedad. Finalmente el proyecto es aprobado bajo algunas observaciones en su diseño, específicamente digamos que una cierta porción del bosque deberá ser preservado. En pocas palabras, una solución del tipo “punto medio”, típica de la inteligencia lógica lineal, donde se contrapesa (en inglés se dice “trade-off”) un argumento con el otro en una misma balanza. Lo que pierdes por un lado lo compensas con la mayor ganancia por el otro lado.

Estoy hablando de un proceso completamente idealizado, con el importantísimo fin de lograr hacerme entender. ¿Se supone que debiéramos estar satisfechos con este resultado final? ¡Yo digo que no! Y aquí no hizo falta inteligencia lógica, ni hubo corrupción, ni el motivo era la ambición, ¿se dan cuenta lo que estoy diciendo? No vamos a detener este sistema usando las mismas herramientas del sistema, no vamos a detener la destrucción de la naturaleza por mucho que venzamos en “la guerra contra los malos” y nos deshagamos de la corrupción, de la deshonestidad, de la ambición, de la torpeza.

Este resultado final implica que un volumen de destrucción de la naturaleza es aceptable en la medida en que los beneficios para la población sean suficientemente grandes. ¿Pero cuántos bosques nativos tenemos todavía disponibles para seguir destruyendo? Si la destrucción de la naturaleza no se detiene ahora, ¿cuándo se detendrá? Te das cuenta que éste no es un tema de números ni de argumentos lógicos, es un tema de un sentimiento del corazón.

Por supuesto alguien podría insistir que existen otras fuentes de energía que deberíamos desarrollar. Sin embargo, el punto es darse cuenta que éste argumento puede ser tan razonable como el argumento que apoya la realización del proyecto. En efecto, todas las formas conocidas de producir electricidad son costosas, tanto ambiental como financieramente. Por tanto siempre es posible aún con buenas intenciones y tomándose este asunto muy seriamente concluir que una medida más de destrucción es aceptable. En consecuencia, esta discusión nunca podría lograr una solución completa y de largo plazo. Esta es la limitación del pensamiento lineal, separado.

 

¿Cuándo detendremos la destrucción?


El razonamiento lógico puede por siempre aceptar destruir un bosque más mientras los beneficios esperados para la sociedad sean lo suficientemente altos. No estoy hablando de un uso deshonesto de este argumento, es el uso honesto de este argumento el que me interesa. Aún cuando los beneficiados fuesen una gran población de gente de estrato social bajo, con una gran necesidad, ¿es aceptable entonces la destrucción de la naturaleza? La respuesta que resulta del uso exclusivo de la inteligencia masculina puede ser sí, aún cuando sea un uso ético.


Entonces ¿por qué desperdiciar energía usando inteligencia lineal masculina para detener la destrucción? No es la razón la que nos hace sentir que la destrucción debe detenerse ya. 

En el centro del espíritu de cualquier ser humano existe una profunda capacidad de compasión, que permite a la gente simplemente sentir la realidad y la magnitud de la destrucción. La gente que está desconectada del centro de su espíritu no puede acceder esta capacidad. Ellos pueden observar, analizar y evaluar los hechos lo mejor que pueden, pero no sabrán a qué grado la naturaleza ya ha sido destruida.

El espíritu de un ser humano puede fácilmente distinguir entre aquello que conduce a la destrucción y aquello que conduce a la vida y a la creación. Estas dos cosas no pueden compensarse la una con la otra. Por ejemplo, no se puede “mitigar” la destrucción de la selva amazónica plantando un bosque en otro lugar.

Es tiempo de hablar la simple verdad del corazón. Siendo yo mismo un científico, me pregunto ¿por qué tendría que desperdiciar energía en razonamientos hasta el agotamiento para decir “amo la vida”, para decir “yo no acepto más destrucción”? ¿Por qué tendría que demostrar científicamente algo que en el corazón es absolutamente obvio? No podemos seguir destruyendo el planeta, punto. 


 

La economía sagrada es la visión de una utopía, de un sueño. No la podemos controlar. Describirla en un modelo es como tratar de meter lo divino dentro de una caja. Los más grandes crecimientos en mi vida personal, las más grandes libertades que se me han abierto, han nacido de confiar en la vida. Yo creo que el único modelo es expandir el Ser, transformar la concepción del ser separado a la del ser que tiene a todos y al todo dentro suyo, y que todo lo que es capaz de crear es reflejo de su interior.


LA DESTRUCCIÓN DE LA NATURALEZA SE DETIENE AHORA.


 

Les invito a reflexionar, compartir sus sentires e iniciativas sobre la restauración de la naturaleza en el Foro!!

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