Generalmente, se entiende el dinero como un medio de intercambio. En ambientes alternativos donde se conoce el despertar de la consciencia, es común entender el dinero como una energía de intercambio que tiene que ver con nuestra actitud de gratitud hacia la vida y nuestra mentalidad de abundancia o bien de escasez.
Pero entender el dinero únicamente como una energía de intercambio es un entendimiento limitado.
En el Post El hermoso laberinto de la abundancia reflexiono profundamente acerca de esto. ¿Por qué un niño podría pasar hambre, por su mentalidad de escasez? Evidentemente esa explicación no alcanza. Tampoco es suficiente culpar a la avaricia y corrupción de grandes corporaciones, políticos y empresarios: cuando entiendes el sistema económico te das cuenta que aún si eliminásemos toda avaricia y corrupción el problema seguiría.
Además, sobra decir cuánta gente hoy en día está totalmente convencida de su intención de adoptar una mentalidad de abundancia y de gratitud a la vida, y sin embargo eso no genera el resultado esperado en cuanto a flujo de dinero. Más bien, a quienes sí acompaña el dinero es a quienes se adaptan bien al sistema económico convencional (como Elsa Abundancia en el post El matrimonio entre la Abundancia y la Suficiencia). En realidad, el dinero, más que una energía de intercambio, es una institución social que (al igual que todas nuestras instituciones) refleja la mentalidad cultural de la separación: una organización neuronal colectiva específica. Si lo que acabo de decir suena muy extraño, no te preocupes, aquí ofrezco una explicación muy simple que ayudará a ir entendiendo esto.
Considérese la siguiente historia (idea original tomada del libro de Charles Eisenstein Economía Sagrada).
Imagina una pequeña aldea donde no hay dinero. Digamos que la gente hace trueque con productos básicos. 20 familias viven en la aldea. Alicia produce frijoles, Pedro produce maíz, Cecilia tiene algunas gallinas, Damián es bio-constructor. Sus procesos productivos son sencillos y con tecnologías básicas. Por supuesto que su agricultura es totalmente orgánica (en su mundo palabras como esa no tienen sentido). Cuando Alicia quiere maíz y Pedro quiere frijoles, las cosas son muy fáciles: Alicia recibe maíz de Pedro, Pedro recibe frijoles de Alicia. Todo el mundo está contento. A la semana siguiente, Alicia quiere maíz, pero Pedro no quiere frijoles. Afortunadamente, Pedro quiere huevos y Cecilia quiere frijoles. Así que el intercambio es: Alicia recibe maíz, Pedro recibe huevos y Cecilia frijoles. Todos contentos.
La semana que viene, Pedro ya no quiere frijoles ni huevos, quiere construir su casa. Eso probablemente llevaría mucho maíz, pero Damián no quiere tanto maíz. En realidad él quiere frijoles, pero hoy Alicia no quiere maíz. Y así sucesivamente. El punto es que el trueque sin una moneda puede complicarse.
Así que, un día soleado un banquero llega a la aldea. En realidad es un banquero honesto, alguien que cree que la gente en la aldea puede hacerlo mejor y simplemente quiere ayudarles. No estoy siendo sarcástico aquí, no quiero que el lector se distraiga con el estereotipo de un banquero codicioso. En cualquier caso, en la visión de la economía sagrada la avaricia no es un problema, sino simplemente un síntoma (y por cierto un síntoma que está presente a menudo pero no siempre; hay en mi opinión una exageración o una obsesión en culpar a la avaricia o ambición por el inminente colapso de nuestra civilización).
El Sr. Banco les dice a los aldeanos que pueden mejorar sus vidas si introducen dinero en su economía. “Ustedes pueden intercambiar más eficientemente si tuvieran una moneda. No sólo eso, sino que también pueden hacer crecer su economía: producir más y tener acceso a nuevos bienes y servicios. Déjenme ayudarles. Consíganme un cuero de vaca y lo cortaré en trozos pequeños (tamaño estándar). Entonces le daré a cada familia 10 trocitos de cuero. La única condición es que cuando yo regrese el año que viene, cada familia me devuelva 11 trocitos de cuero". Los aldeanos aceptan la propuesta.
Querido lector, no saque conclusiones demasiado rápido. Permítame guiarle. En primer lugar, un total de 200 trocitos de cuero están ahora circulando en la economía, por lo que no hay manera de que las 20 familias puedan devolver 11 trocitos porque para ello se necesitarían 220 trocitos de cuero. Por lo tanto, esto significaría que al menos 2 familias tendrían que declararse en bancarrota (salvo que el Sr. Banco emita nuevos trocitos a mitad de año).
Pero vamos paso a paso. Lo primero que pasa es que el intercambio es efectivamente más fácil ahora (nada malo en absoluto). La segunda cosa que sucede es que, junto con esta nueva tecnología de intercambio, llegó a la aldea otra cosa: una nueva mentalidad de "podemos hacerlo mejor". Muy sano darse cuenta de que uno puede mejorar lo que está haciendo. Por ejemplo, a un costo muy bajo, Cecilia puede obtener algunas sobras del campo de maíz de Alicia y hacer que sus gallinas produzcan más huevos.
De la misma manera, Alicia puede obtener el estiércol de las gallinas para usar como abono y mejorar los rendimientos de maíz. Si el maíz de Alicia rinde más, ella será capaz de pagar su deuda y presumiblemente incluso obtener una ganancia para sí misma. Con los trocitos de cuero extra, ella puede aumentar el consumo de su familia, digamos construir una casa más grande, quizás comprar un refrigerador, y/o hacer nuevas inversiones, innovaciones en su campo de maíz.
Ahora, una cosa que es intuitiva de ver es que al principio de la monetización de la aldea, las innovaciones son muy fáciles de implementar. Al principio, las innovaciones tienen un costo muy bajo y una rentabilidad muy alta, en general. Así podemos imaginarnos a toda la aldea mejorando, innovando, teniendo rendimientos más altos, produciendo más y nuevos bienes.
Cuando ése es el caso (aumento de la actividad económica), simplemente lo que sucede es que antes del fin de año, algunos aldeanos estarán llamando al Sr. Banco para pedir prestado más trocitos de cuero. Así que físicamente eso es lo que sucede, básicamente más trocitos de cuero son “impresos por el banco central”, y éstos son usados para pagar la totalidad de la deuda al final del primer período. De modo que la economía, en principio, puede crecer de manera muy saludable, aumentando el consumo y el bienestar de todos los aldeanos y pagando el servicio completo de la deuda. De hecho, lo que se necesita para un crecimiento económico sostenido es que la tasa de incremento en la actividad económica sea igual o más alta que la tasa de interés en la moneda (en este ejemplo 10%).
Un crecimiento saludable como este puede ocurrir durante varios años (un par de siglos quizás?). Pero el problema es que el dinero (trocitos de cuero) siempre se emite como deuda. Así que no importa lo que hagas, la actividad económica siempre debe aumentar. Dicho simplemente, no importa el rendimiento que tuviste el año pasado, tienes que mejorarlo este año.
Esto se puede pensar desde un punto de vista biológico para el caso del maíz. Cuando se añade la primera dosis de abono natural, la respuesta en cuanto a aumento en la productividad del maíz será elevada. Si sigues añadiendo más y más abono, la respuesta en términos de mayor rendimiento es cada vez menor hasta el punto en que no hace una diferencia. Así que usted innova de nuevo: hace un estudio más detallado de los nutrientes que la planta necesita y cuándo, y comienza a usar fertilizantes químicos que le permiten proporcionar a la planta las dosis precisas que optimizan el rendimiento (estrictamente hablando, que maximizan la utilidad neta). (Y por cierto, el cultivo ya no es orgánico como antes). Hasta el punto de que no puedes mejorar más. Así que vuelves a innovar: traes plaguicidas. El mismo proceso. Vuelves a innovar: obtienes semillas genéticamente modificadas. Y así sucesivamente.
El crecimiento económico puede sostenerse por aumento en la rentabilidad de lo que ya se está produciendo, o bien por transformar algún aspecto más del regalo de la vida en actividad comercial. Por ejemplo, una montaña que pasa a ser una explotación minera. Por ejemplo, una relación social como el cuidado de niños que inicialmente era una relación de gratuidad o reciprocidad, y pasa a ser una relación comercial.
Más que nada, con este relato quisiera alcanzar un lugar en tu corazón que tal vez resuene con algunas cosas:
El crecimiento no puede continuar para siempre
Mientras continúa, lo hace a un costo creciente para la naturaleza y para el bienestar, la salud y la belleza de toda la vida
Y que ya hemos llegado al punto donde el crecimiento económico es desastroso para el bienestar y la belleza de la vida.
Pero volvamos a la aldea.
La economía crece de forma saludable durante varios años, mientras que el Sr. Banco emite más trocitos de cuero. Tan pronto como el crecimiento ya no es tan fácil como al principio, la competencia surge naturalmente. Es decir, la fuerza que te lleva a tratar de hacerlo mejor que otros. Usted puede competir por suministros, por clientes, por los derechos de propiedad sobre nuevas innovaciones, etc. Desde un punto de vista, la competencia puede ser saludable, si se toma como una fuerza positiva que simplemente te hace hacer lo que haces mejor; por ejemplo, si te lleva a innovaciones sanas e inofensivas, incluso sin costo alguno. Pero sabemos que muy pronto esto deja de ser así. La competencia y el crecimiento empiezan a doler.
Por favor, nótese que esta es una verdad en mi corazón, quizás también una verdad en su corazón. Pero esto NO ES una verdad científica, ni una verdad intelectual.
Muy legítimamente, un ingeniero en Silicon Valley podría habitar en una historia diferente, una historia en la que las innovaciones saludables pueden continuar por siempre, de manera que el crecimiento económico puede ser perpetuo y sostenible. Todo lo que estoy diciendo es que la suya no es mi verdad, y que las verdades alternas habitan en historias diferentes y se vuelven verdaderas sólo en el corazón, no en el razonamiento. En la verdad de mi corazón, el crecimiento sostenible no solo es imposible sino que es la ideología que permite la destrucción de la belleza y la salud de la vida. En las ideologías del crecimiento sostenible, ya sea la del capitalismo o la de la izquierda política, lo único verdaderamente sostenido es la destrucción de la belleza, de lo único y especial de la vida, y la generación uniforme de fealdad.
Así que, al llegar a este punto, no todas las familias son capaces de pagar su deuda. Esto significa bancarrota. Este es el momento en que comienza el juego de las sillas musicales. Cada vez que la música se detiene, alguien entra en bancarrota - se queda sin silla. El banco subasta la propiedad colateral y la persona que compra obviamente es la persona que le fue bien, que tiene el capital de trocitos de cuero para comprar propiedades. Así que, naturalmente, la desigualdad económica comienza a manifestarse. Las propiedades y el dinero comenzarán a acumularse en pocas manos mientras más y más familias dejarán de ser dueñas de sus tierras y medios de vida, y se convertirán en asalariados y arrendatarios. Así que, como ven, la desigualdad económica es endémica al sistema, no es el resultado de políticas de derecha ni de personas ricas codiciosas.
Mientras el dinero se emita como deuda, la presión por crecer económicamente produce continuamente desigualdad como resultado.
Y no sólo produce desigualdad, sino que también daña la belleza del regalo de la vida de muchas maneras.
Podría decirse que aquí es donde comienza la visión de la economía sagrada
Por cierto hay mucho más que decir. Y si te sientes lleno de preguntas gritando dentro tuyo, si te enoja lo que planteo, eso es exactamente normal, no esperaría otra cosa. (Muchas de estas preguntas las abordamos en los talleres que facilito, donde se dan las condiciones para profundizar en estos temas con el corazón).
La pregunta principal y más obvia es probablemente: ¿por qué no podemos tener un sistema económico donde el dinero se emita a una tasa de interés cero? La respuesta es que tal sistema económico no es compatible con nuestra profunda y nada evidente cultura de separación. En lugar de resolverlo (“diseño ingenieril del sistema económico correcto”), un sistema económico sano surgirá naturalmente de una cultura del InterSer. Una vez más, esto es sólo el 1% de lo que hay que decir.
Vale la pena mencionar, si uno decretase el cese del crecimiento económico, tendríamos que necesariamente aceptar la bancarrota (que pega más duro a los pobres), aceptar el desempleo generalizado, aceptar que muchas familias queden en la calle, aceptar un alza en la tasa de suicidios (como ocurrió en el caso de Grecia), aceptar que no tienes presupuesto para programas sociales como salud y educación, etc. Lo que quiero decir con esto es que no existe una solución política ni intelectual, por eso que ser realista implica entrar al misterio. “Seamos realistas: hagamos lo imposible”.
En una cultura, en un arreglo neuronal colectivo de Separación, si todo lo que me rodea es otredad, es natural que yo adopte muy fácilmente la creencia (profunda y perpetua) de que es necesario mejorar lo que ya hay. (Me refiero al mejorar que tiene que ver con el control, con el ejercer la fuerza de la razón reduccionista). Es necesario aumentar la producción, es necesario almacenar para el próximo año, es necesario mejorar nuestras tecnologías hasta independizarnos de las fuerzas hostiles o a lo sumo indiferentes de la naturaleza. Nótese que en parte esta creencia está presente en la narrativa del desarrollo sustentable, no sólo en la narrativa del capitalismo depredador (es decir, no es un tema ético ni de buenas intenciones).
La alternativa por cierto es una economía que nace de la confianza en la vida. En una cultura de desconfianza en la vida, ¿quién prestaría dinero sin interés, sabiendo que la persona que lo use lo puede hacer crecer sin que tu saques provecho? ¿Qué banco prestaría dinero a una tasa de interés cero, toda vez que existe el riesgo de no pago?
La alternativa de creer en la perpetua mejora controlada de lo que ya hay, es redescubrir los múltiples, escurridizos, incontrolables misterios de felicidad de la vida que yacen ocultos, latentes.
Una nota personal
En un sistema que produce endémicamente desigualdades y destruye la naturaleza, no por falta de buenas intenciones sino por el hecho mismo de la necesidad del crecimiento económico, es muy difícil sentirse cómodo con el dinero. Si lo quieres y no lo quieres al mismo tiempo, ¿cómo puede ayudarte el universo?
Si vivo y dejo morir mis emociones sé que estoy libre de culpa y vergüenza. Me puedo hacer amigo del sistema, aceptarlo, planificar y controlar mi presupuesto mensual, cobrar por mis servicios, hacer marketing para convencer clientes, convertir ideas en oportunidades de extraer dinero…
Pero aún siendo libre de toda vergüenza y culpa por el dinero, yo no quiero reproducir la escasez y desconfianza. No me siento bien haciendo eso, así de simple. ¿Cómo puedo hacer marketing de mis servicios si no es por la generosidad de servir genuinamente? No se trata de alcanzar un nivel superior de virtud, de perfeccionarme para llegar a ser mejor persona, ¡es cuestión de sentirme bien! Quiero vivir la generosidad. ¿Aún me estoy equivocando? Sólo hazme saber misterio de la vida, estoy escuchando.
Quiero compartir que tengo la necesidad de ver con claridad la visión de un sistema monetario confiado a la generosidad de la vida, donde naturalmente todo el mundo es libre. No estoy entero al despertar en la mañana sin esta visión completa en mi corazón. Lo que apenas puedo vislumbrar es la libertad de ser generoso, de confiar en la vida, de saber que nadie lo está haciendo mal porque no encaja o no se adapta al sistema actual. Después de escribir esto me siento un paso más cerca de vivir de tal manera aunque sea con la institución monetaria que tenemos ahora. Por mucho que sea una paradoja más, bienvenida sea.
Preguntándome una y otra vez si eso es todo... Quiero vivir la generosidad, y quiero abrir los ojos y darme cuenta de que siempre hubo muchísima gente viviéndola, y nunca estuve solo.
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