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Foto del escritorFelipe Mardones

Terremotos en México

Actualizado: 12 dic 2018

Dos testimonios emotivos del terremoto en DF. La ferretería que donó su inventario y la gente donándole dinero incondicionalmente de vuelta¡¡!! Y la historia de reencuentro, de ejemplo de humanidad de Flavio. Generosidad, material y humana, que nos inspira, que nos recuerda cómo somos los humanos realmente. 


Esta es la ferretería

Los jóvenes Millenials, tildados de "apáticos", "valemadristas", "desinteresados por los demás" entregados por entero "dispuestos a hacer lo que fuera; dirigir tráfico, recolectar, limpiar y por supuesto, rescatar a otros mexicanos entre los escombros". Su apatía, más demostrado imposible, no es falta de vitalidad, no es falta de voluntad de vivir.


La apatía de estos jóvenes es más bien la respuesta natural a un mundo convencional, a un establishment que no despierta pasión alguna, a una vida ya trazada que el alma humana rebelde sabe bien que no la involucra, que la deja hambrienta por lo real. Cuando una oportunidad verdadera emerge de ser humano, estos jóvenes demuestran que están totalmente vivos, plenos de humanidad. Que se entregan a una tarea por entero cuerpo, alma, corazón cuando esta tiene que ver con lo que el alma humana adora: la vida y la belleza de la vida.

Aquello que nos une como humanos, y que sabemos que todos lo tenemos: está devastadoramente ausente del proyecto convencional de vida.

Sospecho (estoy seguro) que cuando las cosas vuelvan a la "normalidad", el tren convencional volverá a arrancar y parecerá otra vez que es la única manera de funcionar, de vivir en este mundo: sin duda alguna y con toda legitimidad, la apatía de estos jóvenes volverá en ese momento.


Con una diferencia: conocieron la experiencia de la plenitud, de entregarse a algo por entero.

Querrán volver a encontrarla. El terremoto, los terremotos, nos han sacudido a todos. También han sacudido el establishment.


Pero seamos francos: los edificios que cayeron no son los más modernos, no son los con tecnología de punta. El programa de control, la ilusión de dominio de las fuerzas de la naturaleza mediante nuestra inteligencia lógica y avances tecnológicos es duro como el cemento, inerte así como es testaruda la inercia del establishment, del patriarcado.


El terremoto más profundo de todos (que estoy seguro cada uno de nosotros lo venimos sintiendo) ha hecho un daño estructural más sutil. Es cierto, no está socavando la modernidad, ni el poder en su ilusión de seguridad. Está despertando el hambre por la plenitud, por la generosidad, por vivir la vida sabiendo que en lo que uno hace uno se entrega por entero… ¿Donde está esa oportunidad de vivir así? No está en el establishment.

No está en convencer a los “valemadristas” que tienen que hacerse “mejor personas” y adaptarse al sistema, agachar la cabeza, someterse…

Está más bien en darse cuenta no hay nada más legítimo que su apatía. Bendita y bienvenida apatía estoy seguro que es terreno fértil, igual que toda expresión de libertad y sinceridad.

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